Benny Cruz Zapata
Cd. Victoria, Tamaulipas.-Como cada año. este Díez de mayo celebrado como el Día de las madres, venció la crisis y prevaleció el amor y el reconocimiento a las mujeres, que con uno u ocho hijos todos los días dan muestra de su compromiso como formadoras de vida.
El festejo se hizo presente en los hogares donde su presencia se celebro en grande aunque fuera sin regalos ni grandes comidas:
“Este día trabaje como siempre, para las cuatro de la mañana ya estaba de pie con la tina de pitayas, los pemoles y las chochas que vengo a vender a la ciudad, para las cuatro ya voy de regreso al ejido -la unión, municipio de Jaumave. como cada año el mole y el arroz no faltan porque además de festejar a mi madre que ya llega a los 80 años, mis ocho hijos siempre se hacen presentes”.
Comparte Doña Juana Serna, quien desde el cuarto distrito afirma que a sus 58 años de edad todos los días agradece a la vida ocho hijos que le han dado los mejores momentos:
“Las mujeres del cuatro distrito no la tenemos fácil, los hijos nos llegan desde temprana edad y parece que uno pasa su vida entre mamilas y pañales, y además tiene que trabajar doble para ayudar al marido a alimentar tanta boca, nunca me ha pesado, porque ha valido la pena, mis hijos son buenos seres humanos, ya con sus familias y siempre pendientes de nosotros, al igual que yo mi madre tuvo la misma suerte, con siete hijos, no hay queja mucho menos lamento, somos mujeres de trabajo que andamos de pie desde las cuatro de la mañana, llegamos con los pies en rastras al rancho pero con el corazón contento, no nos faltan abrazos y cariño, se puede decir que hicimos bien la siembra”.
Igual piensa Margarita Rivera, quien el 10 de mayo lo festeja por partida doble, ya que hace 12 años nació su hija mayor, -Debhora Sarahi- quien al igual que otros dos son la razón de su vida:
“Ser madre no es solo traer hijos al mundo, sino tener con compromiso eterno con ellos, es cierto que trabajar cansa, que atender la casa cansa, que la doble y triple jornada a veces nos deja sin aliento, pero hacerlos gente de bien debe ser nuestra tarea cotidiana, más en estos tiempos en donde el mundo parece estar de cabeza y los valores cada vez más perdidos, ahí debemos entrar los padres, es cierto que tanto el padre como la madre deben hacer la tarea, a veces a nosotras nos toca la mayor parte, sea la causa que sea, debemos estar atentas hasta de sus silencios, porque a veces esos dicen más que las palabras”.
Testimonios van: testimonios vienen; las madres solas o acompañadas son un reflejo de que en el día a día las heroìnas tienen nombre y apellido para muestra esta María de Jesús Reyes, habitante de la Colonia Echeverría en esta capital
Ella es jefa de familia y comparte que como tal no la tiene fácil:
-Ser mujer, ser trabajadora y ser jefa de familia es vivir en el filo de la desesperación, ya que en estos tiempos no hay sueldo que te alcance para lograr sacar adelante a tus hijos, que en mi caso son dos, una de 20 años y el más chico de 12, ambos son estudiantes y dependen al 100% de mí, que no tengo ni derecho de enfermarme, pues vivimos de mi sueldo, que bien que mal nos da para irla pasando.
Desde su punto de vista para las madres, jefas de familia, la vida es una lucha constante:
-Entre comida y el pago de servicios públicos se nos va todo el sueldo, los precios están por las nubes y eso se ve cada que una a la despensa y las bolsas de mandado cada vez están más vacías; ojalá que quienes pueden hacer algo por nosotras pensaran en mujeres que como yo, todos los día nos levantamos a trabajar, sin importar que llueva, haga frío o esté
el calor de infierno, hay muchas cosas que necesitamos y una de ellas sería por ejemplo, que no cobraran tanto de luz y que para las mujeres solas hubiera algunas consideraciones.
Pero más allá del reto que significa sacar a sus hijos adelante, cuando María de Jesús escucha la risa de sus hijos sabe que la vida vale la pena:
-Una mujer con hijos, aunque tenga que trabajar de sol a sol como es mi caso, no tiene más que agradecerle a Dios que en días como este, nos despierten los hijos con un beso, no importa que no tengan ni para regalaron una flor, con su sonrisa es suficiente.
Perla López a sus 30 años de edad, tiene seis meses que conoce la mayor felicidad atreves de su hija Yesenia Guadalupe, quien le da la fuerza que todos los días la hacen vencer el cansancio y junto a su marido José Pérez Salas elaborar los dulces que vende en la calle Hidalgo para salir al frente con los gastos de la familia:
“Mi niña me impulsa a levantarme desde temprano y aunque no habla, verla sonreír me hace el día, me acompaña a la venta y no me da pena, porque este es un trabajo digno, aunque ojalá hubieran apoyos que nos permitieran algún día tener una casa, escuela segura y que la comida no faltara”.
Más allá de los regalos, de las flores y el pastel, para madres de familia como Andrea Lucas Santiago, habitante del fraccionamiento Altavista madre de tres hijos, en ellos esta el punto de partida de su vida misma:
“No quiero ser cursi, pero mis hijos son todo para mi, mis días pueden ser malos o regulares pero cuando nos veo sanos, escucho sus risas, se que todo sacrificio ha valido la pena”.
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