Benny Cruz Zapata
Cd. Victoria, Tamaulipas.-Ellas son madres, esposas, hermanas, hijas, nietas, abuelas de quienes por las más diversas circunstancias viven en la prisión, para ellas no hay espacio para el reclamo, las culpas o el reproche; solo saben que la seguridad o la vida misma de sus seres queridos pende de un hilo, al igual que su tranquilidad.
Eso bien lo sabe Doña Macrina Torres Zuñiga que desde hace seis meses vive en angustia permanente:
“Yo vivo en la Colonia Modelo, hasta mi casa se escucha cada y que hay ruido en el penal, mi hijo esta pagando con cárcel los errores que cualquier pobre comete llevado por la desesperación de no tener que llevarles a sus hijos a la mesa; dicen que el robo se persigue de oficio y por eso esta en la cárcel, le otorgaron el perdón pero el caso se tiene que terminar para que el salga libre, en tanto vivimos con el Jesús en la boca solo rogando que no le vaya a tocar la de malas y con tanto asunto que se traen en el penal, vayan a perjudicarlo”.
Comparte que ya no encuentran ni a que santo encomendarse porque para una madre no hay hijo malo, no puede hablar de lo que adentro pasa pero para ellas la cárcel se extiende hasta la cocina:
“A mis 60 años, hasta cuando como se me hace un nudo en la garganta solo de pensar como se la esta pasando mi hijo, más ahora que sabemos que la situación que se vive en el penal es muy difícil, ayer que se dio el motín me vine corriendo para de perdido estar más cerca, cuando la fuga por el túnel fue peor, después el incendio, Dios es grande y a el se lo encargo a toda hora”.
Rostros diferentes unidos en la incertidumbre, en la angustia y el temor…la inmensa mayoría son mujeres que no abandonan, que acompañan en la distancia y con el pensamiento:
Rosa María Urbina a sus 45 años de edad en lo último que piensa es en abandonar a su suerte al padre de sus dos hijos:
“Mi esposo ya tiene seis años en prisión, los mismos que yo he estado al pie del cañón, una en estas circunstancias vive pendiente del teléfono, esperando los días de visita, pero es muy duro formar a los hijos una sola, el con todo y sus errores es mi compañero de vida, le faltan todavía varios años para que salga libre , solo le pido a Dios que en los pleitos que se dan en el penal el salga bien librado”.
Marca que el temor de que algo malo le pase la acompaña todos los días:
“Como ahora que se han dado tantas situaciones, rezamos Dios lo haga invisible”.
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